MEMORIAS DE UN ANILLO.
Mi nombre es anillo de compromiso. No sé por qué me llaman así, pero me dolió mucho cuando pusieron una piedra brillante encima de mi precioso aro de plata. Mi forjador me llevó a una tienda donde había muchos más como yo. El vendedor me metió en una cajita, para mi suerte dejó la tapa abierta, y nos metió en una vitrina. Estuve mucho tiempo allí, pero me hice muchos amigos.
Un día estábamos durmiendo mi piedra y yo, cuando el vendedor nos cogió cerró la tapa de mi caja y me envolvió. Oí que un hombre pagaba mucho dinero por mí, me sentí orgulloso. Di un largo viaje. Cuando ya parecía que había terminado oí que alguien abría el envoltorio, libertad, pensé.
Según se abrió la tapa, vi una mujer muy guapa, delgada, llevaba un vestido rojo y unas uñas rojas. Miré alrededor y había un jardín iluminado, era de noche, y la luna estaba llena. Me di cuenta de que la mujer estaba llorando y me asusté, pensé que no le había gustado. Pero después la mujer se puso a reír y la oí decir: claro que sí, y a continuación me colocó en su dedo y me contempló. Estuve muchos años allí, en el dedo de Sara, pero un día me desperté y vi que Sara no se movía, que no se reía que no respiraba. Me puse muy triste había estado 60 largos años con ella y me dio mucha pena. Entonces, un hombre vino, me cogió y me guardó en su bolsillo, pensé que me iba a tirar a la basura, pero note que me metía en un dedo delgado y pequeño era de una niña estaba segurísimo y oí al hombre que decía: Andrea, tu abuela te ha dejado este anillo para ti, fue el anillo con el que tu abuelo le digo que quería casarse con ella, fue su anillo de compromiso a sí que guárdalo bien.
Memorias de un diario
Hola. Desde el momento en que me hicieron adoro mi vida. Yo vivía en una tiendecita muy bonita y decorada. Allí tenía otros amigos como yo. Todos reíamos juntos. Un gran día un joven adolescente vino y me compró. Desde aquella tarde, todas las noches la niña me cogía de la estantería y escribía como había ido su día. Muchas veces lloraba mientras lo hacía, pero un día, un buen día ella llegó a casa sonriente. Ese día ya no me cogió. Todas las tardes esperaba que me cogiera de nuevo, pero no lo hacia. Tras varias semanas me bajaron a un trastero y todavía espero que baje a buscarme y escribirme de nuevo.
Memoria de un compás
Yo estaba allí metido en una caja de plástico junto con mis minas de recambio, en una estantería alta. Hay tan alto no se me veía mucho porque, tenía unos libros al lado y una pared. No se me apreciaba mucho, porque la gente no busca un compás tan caro como yo. Pero un día vino una chica pequeño con su madre y me compró. Yo estaba muy feliz porque me habían comprado, me metieron en una bolsa pequeña y blanca y me llevaron a una habitación oscura. El día siguiente me sacaron de mi caja y había muchos niños. Cuando me empezaron a utilizar yo estaba muy contento, pero de repente me fuí a las manos de un niño que las tenía pegajosas. Después oí una voz que me decía: vete acostumbrando a pasar por manos pegajosas, que te tiren por los suelos, que te desmonten... Yo me sorprendí pero a la vez por dentro estaba con mucho miedo. El que me lo dijo fue un compás destrozado estaba muy viejo, había vivido muchas experiencias. Entonces desde ese momento pensaba que era mejor estar oculto entre los libros y metido en una caja.
Memorias de un despertador
Todas las noches, mi querido dueño empieza a mover todo mi cuerpo para poner las agujas que indican a la hora que tengo que empezar a cantar mi maravillosa melodía matinal.
Cada mañana recibo un golpe y malos tratos por parte de mi dueño, que no para de quejarse de mi maravillosa voz. Si canto, está mal, si no canto, aun peor, ya que entonces mi dueño empieza a hacer carreras de Formula 1 por toda la casa vistiéndose a toda velocidad y a veces atragantándose con el desayuno, siempre acompañado de insultos y portazos.
Pero lo que a mí más me gusta, es cantar los sábados, ya que entonces, mi dueño se viste, desayuna, y al coger el maletín de su trabajo, se da cuenta de que es sábado y no tiene que ir a trabajar. Y es entonces cuando empieza a insultarme, quejándose de porque soné. Pero a mí me parece genial, ya que de este modo me puedo vengar de todo lo que me hace.
Este dueño me trataba mal, pero su hija, ¡aun peor! Ésta todas las mañanas me daba unos golpes, y si no eran golpes eran manotazos que hacían que yo volara desde la mesa, al suelo. Estos golpes me producían unos dolores de cabeza! ¡¡Ayayayaaaii ! Que dura es mi vida !
Atentamente:
El Despertador.
MEMORIAS DE UNA RAQUETA
Yo era una raqueta con mucha suerte, pues pertenecía a uno de los mejores tenistas del mundo. Tenía mucha experiencia en los torneos de tenis ya que era muy ligera y mi dueño tenía unos tiros muy precisos, es cierto que me sentía mal al golpear a las pelotas de tenis porque sabía que les hacía daño, pero aunque hubiera querido no podía parar de golpearlas, estuve con mi dueño 4 años hasta que un desafortunado día en un torneo, me rompí.
Lo último que recuerdo de él es cuando me dejó aquí y se fue, no sé si volveré a verle, aunque en este lugar he conocido a otras raquetas que al igual que yo están dañadas.
Memorias de una camiseta
Hola,soy una camiseta azul,de manga corta , con cuello de barco ,tengo un dibujo de una muñeca jugando con un peluche ,vengo de París y os voy a contar mi historia....
A mí me acababan de traer a una bonita tienda de París con todas mis hermanas , un día entraron un grupo de niñas ,todas con mucho dinero que gastar.La vi desde lejos como me miró , se acercó a mí y me llevó al probador. Después de unos minutos de reflexión,decidió comprarme.
Al principio mi dueña me utilizaba mucho ,siempre estaba pendiente de si estaba limpia para poder lucirme.Solía llevarme los fines de semana, yo era la envidia del armario,todos cuchicheaban sobre mí.Me decían que un día se cansaría de mí y me pasaría igual que a ellos...
Yo pensaba que eso no me podría pasar a mí,solo lo decían por envidia .Para mi sorpresa me empezó a pasar lo mismo que a ellos.Ya apenas me sacaba y se quejaba de mis colores,pero claro como quiere que esté después de tantos lavados.
Ella siguió comprándose ropa y poco a poco me iba sustituyendo con otras prendas más bonitas.Aun así me seguía usando aunque mucho menos que antes ,pero un día me pasó algo inimaginable.Me echaron a la lavadora como siempre ,pero las prendas me hicieron una emboscada.Me empezaron a escupir sus feos colores y estropearon los mios.
Desde entonces mi dueña ya ni me toca no quiere saber nada de mí.Y a día de hoy aquí me encuentro con otras prendas con un pasado igual o algo parecido.