lunes, 1 de febrero de 2016

Muerte de Antoñito el Camborio. El lenguaje literario





     

Voces de muerte sonaron 
cerca del Guadalquivir. 
Voces antiguas que cercan 
voz de clavel varonil. 
Les clavó sobre las botas 
mordiscos de jabalí. 
En la lucha daba saltos 
jabonados de delfín. 
Bañó con sangre enemiga 
su corbata carmesí, 
pero eran cuatro puñales 
y tuvo que sucumbir. 
Cuando las estrellas clavan 
rejones al agua gris, 
cuando los erales sueñan 
verónicas de alhelí, 
voces de muerte sonaron 
cerca del Guadalquivir. 


Antonio Torres Heredia, 
Camborio de dura crin, 
moreno de verde luna, 
voz de clavel varonil: 
¿Quién te ha quitado la vida 
cerca del Guadalquivir? 
Mis cuatro primos Heredias 
hijos de Benamejí. 
Lo que en otros no envidiaban, 
ya lo envidiaban en mí. 
Zapatos color corinto, 
medallones de marfil, 
y este cutis amasado 
con aceituna y jazmín. 
¡Ay Antoñito el Camborio 
digno de una Emperatriz! 
Acuérdate de la Virgen 
porque te vas a morir. 
¡Ay Federico García, 
llama a la Guardia Civil! 
Ya mi talle se ha quebrado 
como caña de maíz. 


Tres golpes de sangre tuvo 
y se murió de perfil. 
Viva moneda que nunca 
se volverá a repetir. 
Un ángel marchoso pone 
su cabeza en un cojín. 
Otros de rubor cansado, 
encendieron un candil. 
Y cuando los cuatro primos 
llegan a Benamejí, 
voces de muerte cesaron 
cerca del Guadalquivir.

“Prendimiento de Antoñito el Camborio camino de Sevilla”


A Margarita Xirgu

Antonio Torres Heredia,

hijo y nieto de Camborios,
con una vara de mimbre
va a Sevilla a ver los toros.

Moreno de verde luna
anda despacio y garboso.
Sus empavonados bucles
le brillan entre los ojos.

A la mitad del camino
cortó limones redondos,
y los fue tirando al agua
hasta que la puso de oro.
Y a la mitad del camino,
bajo las ramas de un olmo,
guardia civil caminera
lo llevó codo con codo.

El día se va despacio,

la tarde colgada a un hombro,
dando una larga torera
sobre el mar y los arroyos.

Las aceitunas aguardan
la noche de Capricornio,
y una corta brisa, ecuestre,
salta los montes de plomo.

Antonio Torres Heredia,
hijo y nieto de Camborios,
viene sin vara de mimbre
entre los cinco tricornios.
Antonio, ¿quién eres tú?
Si te llamaras Camborio,
hubieras hecho una fuente
de sangre con cinco chorros.

Ni tú eres hijo de nadie,
ni legítimo Camborio.
¡Se acabaron los gitanos
que iban por el monte solos!

Están los viejos cuchillos
tiritando bajo el polvo.

A las nueve de la noche
lo llevan al calabozo,
mientras los guardias civiles
beben limonada todos.

Y a las nueve de la noche
le cierran el calabozo,
mientras el cielo reluce
como la grupa de un potro.

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